2- Aportación de soluciones a problemas asociados a casos
específicos de evaluación de enseñanza-aprendizaje.
Al ver a muchos de mis compañeros
presentando artículos que hacían referencia a la evaluación de aprendizajes, me
di cuenta de que esta temática tiene un campo de investigación ingente, por lo
mismo, me llegó la inquietud por seguir leyendo al respecto, y me encontré con
un artículo de un estudio realizado por Fermín Navaridas el año 2002 (Universidad
de La Rioja), y que trata sobre la relación existente entre la forma de evaluar
aprendizajes y su influencia en las estrategias de estudio y aprendizaje que emprenden
los alumnos de educación universitaria (relación presente también en otros niveles educativos), llegando a conclusiones que me parecen,
además de interesantes, muy vigentes en los escenarios educativos actuales; el artículo lleva por nombre La evaluación del aprendizaje y su
influencia en el comportamiento estratégico del estudiante universitario (Navaridas
Nalda, 2002) .
El nombre es muy sugerente y me hace recordar las estrategias que
utilizaba en la universidad, al igual que mis compañeros. Las formas de aprendizaje,
o más bien, las estrategias adoptadas para acceder al aprendizaje varían
dependiendo de la forma de evaluación que tenga el docente. Las variables de presagio (contexto socio-laboral, marco institucional, perfiles de
profesores y alumnos) tienen que tener una relación coherente y cohesionada tanto
con las variables de proceso (prácticas educativas y
estrategias didácticas adoptadas) como con las de producto (rendimiento, satisfacción y aprendizaje), entendiendo que
la forma evaluativa puede ir condicionando la estrategia del estudiante durante
su proceso formativo. Como ya hemos
visto en clase, evaluar es ante todo emitir un juicio con respecto al aprendizaje
no sólo del alumno, sino que también del profesor, en consecuencia, el proceso
de evaluación de aprendizajes tiene que ser pensado de manera integral, sea en
primaria, secundaria o educación superior. Sabemos que lo anteriormente
planteado es muy difícil de definir y de controlar, por la intrínseca
complejidad que poseen tanto las instituciones educativas, que trabajan con
sujetos, como cualquier dimensión relacionada con el proceso educativo. Todo
proceso de enseñanza-aprendizaje debe ser evaluado constantemente en sus dos
componentes: enseñanza y aprendizaje. Si los estudiantes no aprenden, es quizás
porque las estrategias de enseñanza y las formas de evaluar no son las más
adecuadas y se debe hacer una revisión al respecto, con la convicción de que la
evaluación no puede ser sólo sumativa y debe ser sometida constantemente a una
revisión. Además, hay que considerar que al pensar la evaluación como un proceso
continuo, cambiante y subjetivo, deben ser todos los actores implicados en la
evaluación quienes concluyan si hay coherencia entre la forma de evaluar y las
estrategias y prácticas procesuales llevadas a cabo durante una clase, unidad o
curso determinado. Por lo mismo, los instrumentos de evaluación tienen que ser
implementados siempre que las prácticas educativas y las estrategias didácticas
adoptadas las justifiquen.
En conclusión, mediante la integración de nuevas formas e instrumentos de
autorrevisión en y desde la propia práctica en el aula (hétero, auto y
co-evaluación), podríamos llegar a uno de los principales objetivos de la
educación y de la evaluación en particular, que los alumnos estudien para
aprender y no sólo para aprobar una asignatura. La coherencia que exista entre
las formas de evaluar y las estrategias didácticas de enseñanza, además de la
implicación de los actores educativos en estos procesos, llevará a que se tomen
decisiones pensadas y consensuadas sobre futuras innovaciones y mejoras de las
prácticas educativas en general y evaluativas en particular.
Bibliografía
Navaridas Nalda, F. (2002). La evaluación del
aprendizaje y su influencia en el comportamiento estratégico del estudiante
universitario. Contextos educativos. 5 , 141-156.
No hay comentarios:
Publicar un comentario