martes, 13 de noviembre de 2012

La Complejidad en tres miradas


I  Mirada introductoria 

Advertencia: La intención de este trabajo reflexivo y ensayístico (espero lograrlo) no es la de poder hacer grandes definiciones y categorizaciones que permitan ordenar mis pensamientos, los que por su fragilidad temporal perduran distorsionados en lo efímero de mi presente. A continuación trataré de que estos fragmentos difusos de pasado en mi memoria puedan entregar algo al presente de quien lo lea, aunque me preocupa más el poder plasmar en los escritos que siguen, mi propia experiencia en un curso que sin duda me hizo reflexionar de forma permanente y placentera. También debo asumir que el mundo aún se resiste a ser conocido y comprendido por las categorías que se oponen a abandonarme, estas estructuras mentales me exigen constantemente definir y explicar lo que sucede, sin pensar en lo que me sucede.

Veamos si el siguiente fragmento (poema incluido) me permite pensar de otro modo:

“Hay quienes afirman que los cuatro grandes poetas de Chile son Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha; otros que son Pablo Neruda, Nicanor Parra, Vicente Huidobro y Gabriela Mistral; en fin, el orden varía según los interlocutores, pero siempre son cuatros sillas y cinco poetas, cuando lo más lógico y lo más sencillo sería hablar de los cinco grandes poetas de Chile y no de los cuatro grandes poetas de Chile. Hasta que llegó el poema de Nicanor Parra, que dice así:
Los cuatro grandes poetas de Chile son tres: Alonso de Ercilla y Rubén Darío.” (Bolaño, 2011)

En este fragmento del libro “Entre Paréntesis”, publicado por Anagrama el año 2004, Roberto Bolaño rescata el poema de Nicanor Parra que zanja de manera brillante la discusión de críticos literarios que pretendían establecer rankings categorizantes en el panteón de la poesía chilena. A Parra claramente no le interesa la pugna por un sitial en el Olimpo, por lo mismo, utiliza un poema de uno de sus competidores, Vicente Huidobro, para dejar claro que desde el punto de vista del poeta es ridícula la obsesión por establecer definiciones y exclusiones fútiles. Lo interesante del poema de Parra radica en que al decir que los grandes poetas de Chile son extranjeros (español y nicaragüense, respectivamente), contesta correctamente al cuestionamiento, ambos son poetas de Chile, aunque no chilenos. Además de darles una lección de análisis literal, el poeta les muestra a todos que el conflicto es totalmente artificial, careciendo de sentido toda clasificación y cuantificación. A continuación presento el poema original de Huidobro, el que aparece en su libro Altazor (1919) en el que se mofa de la lógica matemática:

“Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.” (Huidobro, 1999)

La literatura tiene un lugar privilegiado para mí, y más en estos momentos en los que pretendo manifestarme acerca de y desde la complejidad.  Por lo mismo, aseguro que lo complejo ya está presente en el mismo acto de entramar palabras, en la exigencia que esto le impone a mi memoria, a mi invención y a mi ficción con respecto a un pasado que actualmente está y no está conmigo, por tanto, que requiere ser pensado, y no sólo eso, también plasmado por escrito.

Si bien antes de empezar este curso miraba el mundo y la vida como fenómenos complejos imposibles de categorizar definitiva y verdaderamente, complejidad y educación me autorizó académicamente a ratificar que mi visión de las cosas contaba con un sustento teórico-conceptual y que no estaba tan perdido en mi forma de ver las múltiples manifestaciones de la vida. Ésta, la única, se resiste a ser explicada, se resiste a ser definida, se resiste a ser normalizada, se resiste a ser apresada por lo positivo, se resiste a ser simplificada. La ciencia, desde Bacon y Descartes, ha tratado de dominar la vida e impedir el desorden y el caos, claro, de la mano con idearios de raigambre no solo filosóficos y científicos, sino que también de corte político-económico. Una forma de pensar el mundo no solo para comprenderla, sino que para dominarla, con los hombres incluidos en esta empresa tendiente a ordenar, mediante los mecanismos que sean necesarios, tanto a seres inertes como animados, incluyendo aquí al hombre como principal animal a domesticar y simplificar.

El comenzar el curso con una película que nos presentaba  a Edgar Morin, me ayudó a resolver una de las principales dudas que tenía con respecto a las disciplinas científicas y su forma violenta de separar lo que no se debería. Me era muy difícil en el film documental, poder separar la vida de la obra del autor. Primera lección importante: la obra de un autor no debe ser separada de la obra de quien la elabora y la vive. No me imaginaba a Morin escribiendo sus textos sólo desde el derecho (en un primer momento), desligados del contexto histórico y de los intereses y sentimientos que lo embargaban. Aquí me resuenan muchas experiencias vividas años atrás y me parece pertinente en este momento del texto comentar alguna.
Experiencia política:

En la Escuela de Historia de la universidad donde estudié pre-grado, cargada por su pasado de combatividad ante la dictadura militar de Augusto Pinochet Ugarte, no es fácil mantener la independencia y autonomía política. La membresía tendenciosa es casi una obligación. Recuerdo algún diálogo con un 
compañero de carrera:

-Compañero: ¿Eres comunista compañero?

-Gabriel: No, creo que no. No milito en ningún partido, y no me interesa pertenecer a ninguno.

-Compañero: ¿Pero cuál es tu ideario? ¿Eres marxista, comunista, socialista, trotskista, anarquista, socialdemócrata, facho?

-Gabriel: No sé, creo que de ninguno. Pero me interesa saber en qué consiste cada uno. Además, creo que no es fundamental adherirse a uno de estos idearios.

-Compañero: Pero compañero, tienes que saber a cuál, para poder hacer algo y cambiar las cosas, el Estado, la justicia, etc.

-Gabriel: Por qué tengo que pertenecer a uno de estos idearios, no me siento preparado, soy muy joven aún para tener las cosas claras, y creo que quizá nunca las tenga. Además, pienso que mis aportes a los cambios que planteas no dependen de la pertenencia a alguno. Yo también quiero hacer algo para generar esos cambios, es más creo que hago cosas.

-Compañero: Eso es perder el tiempo.

-Gabriel: Prefiero perder el tiempo pensando todos estos idearios y ninguno, tengo mis propios pensamientos y valores. No necesito que venga un partido o un autor en particular a decirme lo que tengo que hacer, decir, y cómo comportarme.

-Compañero: Necesitas definirte, pertenecer a algo.

-Gabriel: Prefiero mantener mi autonomía, mi libertad de pensamiento y de acción. Además, los cambios no pueden ser mirados sólo desde la política o de la filosofía. No se puede pensar un cambio desde unas pocas disciplinas. Hay que mirar el mundo de una manera más global, sistémica.

-Compañero: Y después cuando nosotros hagamos alguna revolución tú te subirás al carro de la victoria.

-Gabriel: ¿Y quién te dice que podrás hacer una revolución sólo con tu partido? No son la única opción posible y los que están fuera del tuyo o de cualquiera son más importantes que los partidos y los grupos de vanguardia a los que crees pertenecer.

-Compañero: ¿No has leído a Marx?

-Gabriel: Claro que sí, y también a Lenin, a Gramsci, a Trotsky, a Kropotkin, a Nietzsche, a Foucault, a Bakunin, y a muchos otros, y creo que todos tienen algo importante que aportar, no estoy dispuesto a cerrarme a un autor o línea político-filosófica. Me importa más saber lo que dice Marx que seguirlo, no tengo que seguir a nadie.  Lo que pienso ahora puede cambiar y no tengo problemas con asumirlo. Cada uno piensa desde su presente. Me interesa conocer mejor a Marx, pero me interesa aun más conocer o tratar de conocer mi sociedad, prefiero estar en las calles, atento a lo que sucede sin tratar de definir sus causas o consecuencias. Hace falta la teoría, para que te haga pensar y conocer lo que se ha pensado antes, pero no se puede dejar que sólo la teoría explique el presente, toda teoría es sesgada. Tener los ojos bien abiertos, sin prejuicios es más importante que haberse leído todo El Capital.

-Compañero: Bueno, ya entenderás lo que significa.

-Gabriel: Espero que así sea, y si no lo consigo no sería extraño.

Podría seguir con el diálogo, pero ya es suficiente como para justificar lo planteado con anterioridad. Edgar Morín me entrega el sustento para pensar libremente, teniendo en consideración que no se puede pensar el mundo desde pequeñas parcelas, disciplinas que con una gigantesca maleta llena de conceptos y métodos nos definen qué, cómo, cuándo y por qué de lo que sea en el mundo.

Me resisto a ver el mundo, la naturaleza o la sociedad sólo desde un autor o de un ideario determinado. El mundo es complejo y no debe ser clasificado, la vida es compleja y no debe ser simplificada, el universo es complejo y no debe ser racionalizado,…  es más, me atrevo a plantear que el mundo y el hombre se resisten a ser resumidos, pero… cómo saberlo a ciencia cierta.

En muchos periodos me he sentido un tanto raro por no pertenecer a ciertos grupos que comparten visiones y misiones en común, pero visiones preconcebidas y a cuya construcción no he sido invitado a participar. La juventud necesita pertenencia, identidad; sentirse parte de algo. ¿Cómo es posible que un joven que estudia Historia no tenga clara su tendencia política y que se sienta parte de todas y de ninguna? ¿Cómo puede ser que a un joven le guste el hip-Hop, el rock, el punk, el heavy metal, la salsa, la música clásica, y todo al mismo tiempo? Hay personas que no lo entienden y no pretendo explicar por qué, aunque la tentación de utilizar los nexos causales se presentan en cada momento: porque, ya que, pues, puesto que, debido a. Nuestras formas de pensar y expresar el mundo que vivimos han sido marcadas a fuego en nuestras maneras de comunicarnos, por lo que las palabras insisten en ser integradas para pensar, explicar, identificar y describir. Aquí es necesario un cambio rotundo de mentalidad, sin esperar a que las comunidades científicas reconocidas nos permitan situarnos en y desde la complejidad que nos conforma y rodea. Se requiere un gran desplazamiento de la mente, una metanoia que nos permita cambiar de paradigma, cuestionarnos lo que sabemos y lo que somos, sin temor a la incertidumbre. Por lo menos se tiene la certeza de la propia vida, aunque no podamos explicarla ni conocer sus causas primigenias.

¡Pregunta sorpresa!

I- Item de selección múltiple

1-     ¿Cuál es el origen del universo?
a-     La palabra divina
b-     El Big-Bang
c-      No tiene origen
d-     Cómo saberlo
e-     No sirve de nada saberlo

¿Cuál es la respuesta que daría una persona considerada inteligente por la ciencia moderna? La ciencia nunca podrá comprobar de manera definitiva ninguna de las respuestas anteriormente entregadas, aunque podría entregar cálculos matemáticos que le permitieran sostener probablemente una de las opciones. La complejidad permite asumir ciertas imposibilidades de conocimiento para el hombre, las que por muy avanzada que esté la ciencia en términos técnicos nunca podrá sortear. Incluso las realidades que se quieren explicar podrían ser no más que ficciones y realidades inventadas.


II  Mirada desde la ciencia-ficción ficción-ciencia.

Recordemos que durante muchos periodos históricos (principalmente en el s.XX) la producción científico-técnica, junto con sus formas de divulgación, le dieron a  la ciencia-ficción el status de expresión artística, sin reconocer en ella los diversos aportes que le podía entregar a su propio desarrollo.   No es de extrañar que en la actualidad ya hayamos sido testigos de la aparición de tecnologías que hace más de tres décadas eran vistas como fantasías y que estaban presentes sólo en este tipo de literatura. La comunidad científica se resistía a ver más allá de sus propias narices y desplazaban a esta forma de ver el futuro, ya que era una ilusión científica al igual que las humanidades. ¡Pero qué nexo interesante se perdieron! Una visión de la ciencia en la cual se integraban elementos de las ciencias humanas con una proyección de lo que serían sus vidas con una tecnología más avanzada. Sin duda que la literatura, y la novela específicamente, ha sido uno de los medios más importantes por los cuales se han divulgado pensamientos que no necesariamente son aceptados por quienes detentan el poder tanto político como científico.

“¿Puede haber vida inteligente en la superficie de una estrella de neutrones? ¿Podemos llegar a estrellas que distan varios años luz de nuestro sistema solar? ¿Existe el monopolo magnético? ¿Es posible enviar un mensaje al pasado modulando un haz de taquiones? ¿Puede desarrollarse una inteligencia artificial con la personalidad de Sigmund Freud o de Albert Einstein?

Por lo que hoy sabemos, todas estas preguntas tienen la misma respuesta: un categórico no. Pero el hecho de que la ciencia nos niegue estas posibilidades no impide que sea factible especular sobre ellas u otras parecidas” (Barceló, 2003).

La ciencia-ficción es el lugar desde el cual se especulan las posibilidades del futuro y es la palestra desde la que se pueden cuestionar sistemas, poderes, valores y hegemonías que impiden pensar y expresar pensamientos divergentes. Ejemplos sobran al respecto. Difícil es olvidar la novela 1984 de George Orwell, donde el gran hermano utiliza tecnologías de control mental y vigilancia que son un fiel reflejo de las tecnologías que nos acompañan diariamente. Recordemos que es una novela editada en el año 1948, año en que la sociedad occidental no veía como factible un escenario con ese nivel de desarrollo tecnológico e informático. O cuando leíamos novelas en las cuales aparecían máquinas robóticas con cuerpos humanos, que caminaban, hablaban y seguían órdenes de quienes las programaban. Si bien esta realidad aún nos maravilla, sabemos que ya está desarrollada en algunos laboratorios y que en el corto plazo se podrá acceder a ella.

La novela Un mundo feliz de Aldous Huxley nos entrega otro ejemplo de lo mismo. Los cultivos humanos y la hipnopedia, ya desarrolladas e implementadas en la actualidad, eran tecnologías desconocidas por la sociedad civil y poco tomadas en cuenta por la comunidad científica de los años treinta, pero ya sorprendían a los lectores desarrollando su imaginación y, lo que es fundamental, su conocimiento científico. La ciencia-ficción nos ha entregado la posibilidad de pensar el mundo de formas impensadas por los tribunales de la verdad, de una manera entretenida e integrada, donde la filosofía, la biología, la física, la matemática, el derecho, la política, el arte, la educación, la sociología… están presentes y puestas al servicio de quien las quiera pensar, a pesar de no ser reconocidas como tales por estar en una producción artística.  Sagan, Asimov, West, Bradbury, Clark, Verne, y muchos otros literatos-científicos nos han legado una tradición literaria que nos permite atrevernos a enfrentar los convencionalismos desde lo incierto, desde lo no-comprobable, desde lo complejo, desde lo indefinible, desde lo impredecible.

La gaya ciencia se ha visto obligada en las últimas décadas a reconocer en la ciencia-ficción una posibilidad de masificar sus conocimientos y teorías de forma didáctica y educativa. En muchas universidades de los Estados Unidos, la ciencia-ficción ha logrado ingresar con cursos que ligan las ciencias sociales, la política y/o la ética, con la informática, la astrofísica y/o las ciencias duras, pero claro, sin darle aún la categoría de ciencia pura. Quién sabe si en algún momento se abre el claustro.


III  Mirada desde la educación

El no pensar las universidades o las instituciones educativas como sistemas, implica un enceguecimiento realmente obtuso. Toda institución educativa, por sus características de estructura, funcionamiento y contenido, es eminentemente compleja, y debe ser asumida como tal.

Como sabemos, la escuela está dominada desde hace muchos años por un tipo de pensamiento ligado a la racionalidad técnica conformada por las ideas de orden y progreso. Orden normativo creado desde las cúpulas de poder para controlar a los seres humanos, haciéndolos dóciles y útiles, pulidos de toda  impureza, para que lleguen al mundo del trabajo rectos, sin desviaciones y competentes para ser eficaces y productivos. No hay interés en generar seres pensantes. Ejemplos en Chile sobran al respecto. El año 2011, se supo de la noticia de que el Ministerio de Educación decretaba eliminar horas lectivas de Artes, sumándolas a las de Educación Musical, en algunos cursos de primaria. El diario electrónico El Ciudadano, al igual que muchos otros, nos advierte de esta oscura jugada.

“El gobierno de la Alianza Por Chile da otro golpe bajo a la educación. Por debajo, en medio de la gran movilización estudiantil del 2011, el presidente Sebastián Piñera y el defenestrado ministro Joaquín Lavín firmaron el 18 de julio último un decreto que disminuye las horas artísticas”. (El ciudadano, 2011)

Pero estas prácticas no son aisladas; ya un año antes el mismo ministro pretendió hacer algo similar con las horas de Ciencias Sociales.

“anunciándolo como “el cambio más grande en el horario escolar desde la implementación de la Jornada Escolar Completa”. El plan buscó tener más horas de lenguaje y matemáticas en desmedro de Historia. (El ciudadano, 2011)

La historia es larga: primero se comenzó con la reducción de horas de Filosofía, después con Historia y ahora con Artes y Música. Las competencias de empleabilidad, al parecer, llegaron para quedarse. Es la creación de estructuras curriculares que apuntan a entregarle al sistema y a la empresa lo que quiere: autómatas sin identidad que piensen linealmente y de manera parcelada la realidad que viven. Lo que se pretende con estas medidas es, sin lugar a dudas, el generar una formación para la productividad, creando mano de obra barata que pueda cumplir tareas y órdenes (eficazmente) y repetirlas sin criticar ni cuestionar su pertinencia, esto debido a la falta de herramientas para hacerlo. Sus consecuencias pueden ser variadas, múltiples y altamente complejas.

La educación y las instituciones que se encargan de ella tienen que tener altos grados de autonomía y de posibilidades de pensarse a sí mismas. Y al igual que las Organizaciones Inteligentes de Peter Senge, tienen que aprender a pensarse sistémicamente, para generar tanto aprendizaje individual como colectivo, apoyados en una visión construida y asumida responsablemente por la organización toda, tratando de que las estructuras mentales arraigadas dejen paso a un tipo de desarrollo educacional pensado desde una mirada de complejidad e incertidumbre, pero para esto no solo se requiere un cambio mental (metanoia), sino que también de políticas educativas sensatas que no se piensen solo como respuesta a la demanda del mundo empresarial, caracterizado por su pensamiento lineal, cerrado, simplificador y cercenador de reales posibilidades de hacer de este mundo algo mejor.

“sólo hay una institución que tiene este impacto y esa es la escuela. No solo las universidades, creo que también las escuelas primarias y secundarias, todo el proceso educativo tiene que ser sobre la comprensión de los sistemas y de la comprensión de la sostenibilidad.” (Senge, 2010).

La tarea no es fácil y somos los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad en su conjunto, los responsables de hacerles ver, o bien de exigirles a las autoridades, que las políticas para la educación tienen que basarse en un desarrollo conjunto y participativo, en un acuerdo de todos los actores implicados en el complejo sistema social.


Bibliografía

Barceló, M. (abril-septiembre de 2003). Quark. Ciencia, Medicina, Comunicación y Cultura. Recuperado el 2012 de Enero de 2, de Quark. Ciencia, Medicina, Comunicación y Cultura.: http://quark.prbb.org
Bolaño, R. (1 de agosto de 2011). Rafael Suarez Plácido. El descubrimiento del Bósforo. Recuperado el 23 de enero de 2012, de Rafael Suarez Plácido. El descubrimiento del Bósforo: http://minombre.es/rafasuarez/archives/1547
El ciudadano. (noviembre de 2011). Elciudadano.cl. Recuperado el 2 de Enero de 2012, de Elciudadano.cl: http://www.elciudadano.cl
Huidobro, V. (1999). Vicente Huidobro. Recuperado el 23 de enero de 2012, de Vicente Huidobro: http://www.vicentehuidobro.uchile.cl/altazor.htm
Senge, P. (2010). Peter Senge, conferencista internacional sobre desarrollo sostenible. (T. J. Crissien, Entrevistador)