lunes, 16 de enero de 2012

El Sistema Binominal

La ética en la evaluación educativa



Uno de los principales miedos que se le tiene a la evaluación en el mundo educativo (principalmente en la evaluación docente), radica en la posibilidad de que los resultados emanados de ella sean utilizados de manera punitiva, pasando a llevar los principios éticos que debe integrar cada evaluación. En muchas ocasiones, los encargados de tomar decisiones, lo hacen amparados sólo en los resultados que arrojan los exámenes que pretenden medir la obtención de competencias solo de manera sumativa. 

Las gratificaciones y castigos que se practican en los procesos de evaluación, conducen a una paranoia colectiva, pues no se asegura a los participantes de la evaluación la protección de sus derechos. Frecuentemente, la evaluación entendida sólo como proceso de recopilación de información cuantitativa, lleva a valorar la evaluación solo en estos términos, sin entender que es un proceso llevado a cabo con personas que cambian junto con sus contextos. La evaluación no debe ser una fotografía que nos muestre la realidad de un momento determinado, sino que debe apuntar a la evolución procesal que posee toda empresa evaluativa. 

Todo proceso evaluativo debe tener en cuenta que los participantes de estas valoraciones tienen derecho a conocer los resultados y las interpretaciones de lo resultado del proceso evaluativo del que son parte integral, reconociéndoseles su derecho a réplica y a entrar en un proceso de capacitación, si es que la evaluación es deficitaria. Como plantea Joan Mateo en el artículo Claves para el diseño de un nuevo marco conceptual para la medición y evaluación educativas, hay que dejar de ver a la evaluación solo como un proceso de medición psicométrica e ingresar en una cultura evaluativa que respete los derechos de las personas, haciendo un uso ético de los resultados de las mismas.